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¿Por qué se nombran los fenómenos meteorológicos ?

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¿Por qué se nombran los fenómenos meteorológicos ?

¿Alguna vez te has preguntado por qué los fenómenos meteorológicos tienen nombres ? Aunque puede parecer un capricho, nombrar a las tormentas y otros eventos climáticos tiene su origen en la necesidad de seguimiento y diferenciación. En este artículo, vamos a explorar el por qué de esta práctica fascinante.

Origen de la denominación de los fenómenos meteorológicos

El inicio de una tradición

La costumbre de atribuir nombres a las tormentas comenzó durante el siglo XX, en plena Segunda Guerra Mundial. Fue entonces cuando el Servicio Meteorológico Americano decidió identificar los tifones del Pacífico con nombres femeninos. Esta medida se implementó para facilitar la diferenciación entre las diversas tormentas que se desarrollaban simultáneamente.

El caso europeo: del Dirk al David

En Europa, sin embargo, la historia es ligeramente diferente. Fue una estudiante alemana llamada Karla Wege quien propuso en 1954 nombrar a las zonas de alta y baja presión que barrían Europa Central. Su universidad adoptó esta iniciativa y hasta 1990, estos nombres fueron utilizados principalmente por los medios alemanes. No fue hasta 2017 cuando servicios meteorológicos de varios países europeos, incluido Météo France, retomaron esta práctica. De este modo, las tormentas que requerían vigilancia pasaron de tener nombres como Xynthia o Hermann a ser conocidas como David o Eleanor.

Después de comprender el origen histórico de esta práctica, es importante entender cómo se eligen estos nombres y por qué este proceso es tan crucial.

Cómo se eligen los nombres de las tormentas y huracanes

El criterio de selección

Los nombres que se atribuyen a las tormentas no son aleatorios. Normalmente, se siguen listas preestablecidas que rotan cada seis años. Estas listas contienen nombres masculinos y femeninos que se alternan en orden alfabético, desde la A hasta la W.

¿Qué sucede cuando una tormenta causa estragos ?

Cuando una tormenta o un huracán resulta particularmente destructivo, su nombre se retira de la lista para evitar confusiones en el futuro. Por lo tanto, los nombres como Katrina o Sandy, recordados por las terribles consecuencias de las tormentas a las que estuvieron asociados, no volverán a usarse.

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Además de facilitar la diferenciación entre las distintas tormentas, nombrarlas tiene un papel crucial en la comunicación.

La importancia de nombrar a las tormentas para la comunicación

Nombrar para informar

Darle un nombre a una tormenta ayuda enormemente en los procesos de información y comunicación. Por ejemplo, decir «la Tormenta Eleanor está llegando» es mucho más directo y claro que referirse a «la tercera tormenta del año». Esta diferencia puede ser crucial en situaciones donde cada segundo cuenta.

Pero más allá del seguimiento y la comunicación eficaz, ¿existe alguna relación entre las tormentas, el viento y el cambio climático ?

Relación entre las tormentas, el viento y el cambio climático

Los cambios en los patrones de tormenta

El cambio climático está alterando los patrones meteorológicos a nivel mundial. Esto se refleja en una mayor frecuencia e intensidad de fenómenos extremos, incluyendo tormentas y huracanes.

Antes de concluir este fascinante viaje al mundo de la meteorología, vale la pena mencionar cómo se coordina internacionalmente la nominación de las tormentas.

El proceso internacional de coordinación para la denominación de las tormentas

Una misión internacional

La denominación de los fenómenos meteorológicos es una tarea que requiere una gran coordinación a nivel internacional. Organizaciones como la Organización Meteorológica Mundial juegan un papel fundamental en este proceso, garantizando que todos los países utilicen el mismo nombre para referirse a un determinado evento climático.

Cerramos así nuestra inmersión en la interesante práctica de nombrar a las tormentas. Hemos visto cómo comenzó como un método práctico para rastrear múltiples eventos simultáneos durante la Segunda Guerra Mundial y ha evolucionado hasta convertirse en una herramienta crucial para la comunicación eficiente durante eventos extremos. Y aunque no podamos predecir qué nos traerá el clima del mañana, al menos sabremos cómo llamarlo.

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